lunes, 30 de mayo de 2016

LA JAULA DE ORO...


Antes que nada amaba la libertad, la propia, que daba alas a la de los demás. 
Le gustaba inventar vidas, e imaginar, que por un momento eran suyas.  Las gozaba intensamente y soñaba con darles cuanto tiempo necesitasen para que se volviesen realidad o siguiesen siendo eternamente quimera. 
Ella no pedía nada a cambio, tan solo que la dejasen volar a su antojo, después, volvería a su jaula de oro y todo seguiría siendo igual. 

Nunca tuvo necesidad de perdonar, pues nunca juzgaba, tan solo escuchaba con todos sus sentidos puestos, cada historia, cada suspiro y luego, los guardaba bajo siete llaves en el cofre de su alma.

Si le das confianza, se vuelca, te acompaña en las subidas y bajadas..., llora o ríe contigo y te consuela con dulzura.
No escucharás de su boca una palabra que pretenda dañarte o lastimarte jamás, serás tu quien te dañes si intentas herirla, pues no ofende quien quiere, solo quien puede.

No te dice adiós, te dice hasta siempre. 
No busca el drama. Permanece impasible..., serena y está dispuesta a descubrir lo mejor de cada minuto, contigo o sin ti, intentando descubrir si de verdad se puede aprender de los infinitos fallos y no seguir tropezando eternamente en la misma piedra.

Airam E. M.

(Imagen tomada de la red)

4 comentarios:

  1. Entrar en una jaula de oro es estar protegida y nunca saber como es el mundo. Quizás por eso volvió a su jaula por que no le gusto lo que vio. Un abrazo

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    1. Las jaulas, por muy bonitas que sea, no dejan de ser jaulas. La mayoría de las veces los barrotes nos los ponemos nosotros mismos. Sin embargo, la puerta debe estar siempre abierta, para poder estar dentro o fuera y volar cuando lo necesitemos.

      Besos Mari Carmen.

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  2. Una vez más, magia entre tus líneas. Me encanta.
    Besos.

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    1. Gracias amiga. A mi me encanta verte por aquí.

      Un abrazo.

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