jueves, 26 de mayo de 2016

¿SABES QUÉ TIENE LA LUNA QUE YO NO TENGO?...


Esa mañana nada más despertar, noté un besó en la mejilla, no fue sonoro no, fue suavecito,  pero al abrir los ojos… allí no había nadie. MmmmmMMmm ¡Qué raro todo!
No hace muchos días encontré un ramo de rosas en la entradita del piso. Otra tarde eran azahares, que perfumaban toda la cocina y a la siguiente, claveles rojos en el salón, en un jarrón enorme plateado, que no me era conocido.
Si me tumbaba en el sofá después de comer, mis zapatillas se deslizaban solas de los pies y sentía un cosquilleante masaje que me hacía relajarme tanto, que terminaba por dormirme plácidamente.
Empezaba a sentirme extraña, porque claro, yo vivía sola, y nadie tenía llave de mi casa. A decir verdad sentía un poquito de recelo, no podía decir que era miedo, porque en el fondo, a mi todo aquello me hacía feliz, así… sin más.
Aquél día, desde la cama, me llegó el olor a churros recién hechos y colacao calentito. Me levanté impulsada por la curiosidad y allí estaban, sobre la mesa de la sala, todo bien colocado en una bandeja, con una nota al lado. Un pos-it amarillo con un “te quiero” escrito en francés y un beso que lo acompañaba.  ¡Qué pasada!
Había días que se pasaban sin pena ni gloria, pero claro, yo ya no podía dejar de pensar en ello, me estaba acostumbrando demasiado a todo ese enigmático sentir.De repente, al día siguiente, en el espejo del baño, había pegado una nota con un acertijo: ¿Sabes qué tiene la luna que yo no tengo?”  Otras veces eran pensamientos escritos en hojas sueltas lo que me encontraba, entre los cubiertos del cajón, ... o poemas bajo las sábanas al hacer la cama…
Por supuesto, yo empecé a responder a sus provocaciones, así lo merecía tal situación. Le recitaba poemas en voz alta…, o le cantaba las noches de luna llena, cual sirena en alta mar. Otras veces bailaba desnuda, mientras iba poniéndome, uno a uno, pañuelos de seda que tapaban mi cuerpo. Lo pasábamos bien. Cada día era una nueva aventura por vivir, nunca nos aburríamos ni nos cansábamos de jugar. Sin estar acompañada, nunca estaba sola y era feliz. Quienes me conocen, no se explican ese brillo especial que tengo en la mirada y que  mi sonrisa no se borra de mis labios ni de noche ni de día desde hace un tiempo. Pero claro, no puedo explicarles nada de esto, entre otras cosas porque ¡¿qué iban a pensar de mí!? 

Airam E. M.

(Imagen de la red)

6 comentarios:

  1. Mari José pues escribes muy bien quizás yo aprenda de ti y tu de mi y a la vez de quien nos rodea.
    Mari José Bienvenida a este lugar si eres nueva seguro que se te acogerá bien. Yo llevo como medio año y me siento como en mi casa. Siempre se aprende otros hay gente que escribe como los ángeles. Entra en quien me rodea y lo comprobarás. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Mari Carmen, claro que sí, es estupendo poder aprender cada día un poquito unos de otros y así seguir mejorando. Seguiremos en contacto.

      Un beso.

      Eliminar
  2. ¿Quié dijo que eso de tener un amigo invisible es una tontería? Ya quisiéramos más de una encontrar uno de esos acertijos escrito en el espejo del baño y notitas entre las sábanas, o gozar de esos fantasiosos jugueteos. En cuanto al qué diran...qué importancia tiene cuando empiezas a ver la vida con ese nuevo brillo en la mirada.

    Original historia, amiga. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo chungo es cuando te acostumbras y de repente se esfuma jeje. Sin embargo, está la posibilidad de volver a soñarlo cada vez que nos plazca, es gratis e molto gratificante.

      Besitos.

      Eliminar
  3. Tiene mil matices e interpretaciones diferentes tu relato, algunas muy gratificantes, otras, un poco inquietantes. Se presta a dejar volar la imaginación.

    Muy bueno, sí señora.

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De eso se trata, de dejarla volar, cuanto más, mucho mejor.
      Muchas gracias Alfredo.

      Un saludo.

      Eliminar