miércoles, 12 de octubre de 2016

EL AMOR ES CIEGO...



Ella era invisible y él, era ciego de nacimiento.
Se encontraron al cruzar una esquina, en una tarde lluviosa, de las de chubasquero con gorro y botas de agua hasta la rodilla.
Él tropezó con ella de frente y ella, empapada y risueña, pidió mil perdones agitada por sus prisas.
Intentaron recomponerse el uno al otro a duras penas, era misión imposible, la visión de la escena desde el bar de enfrente era un poema.
Ella reía, mientras él intentaba hacer que ella se cobijase en su paraguas transparente, diciéndole que se agarrase de su brazo, que la invitaba a un café con charla.
A ella le resultó guapo, a la par que amable y refinado y no supo declinar la invitación. 
Siguieron los dos caminando un par de calles, el perro lazarillo movía contento el rabo.
Él le preguntaba por su vida, ella agachaba la cabeza y tímidamente contestaba.
Cesó la lluvia en aquella tarde otoñal, cuando se encendían las primeras farolas de la plaza.
Ella le describía el color del cielo mientras acariciaba al perro guía y él la escuchaba atento, mientras en su cara se dibujaba una sonrisa dulce.
A ella, nadie la había mirado nunca como él lo hacía...

Airam E. M.

(Imagen de la red)

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