sábado, 11 de junio de 2016

ALAS ROTAS...




Hay a quien le salen alas al vernos caer…,  y remontan el vuelo a costa de nuestras truncadas ansias de supervivencia.

Hay quien se recrea en la tristeza ajena y ríe a carcajadas, mientras mira como te hundes, sin un ápice de pesadumbre ni aflicción. No hay dolor... Les mueve la cobardía.

Hay quien se crece envuelto en soberbia y prepotencia, hace oídos sordos a lo que no le interesa escuchar y se cree en posesión absoluta de la verdad.

A veces hay quien te hace desear ser invisible por un momento, desaparecer de repente o perderte hasta que pase la tormenta. 
Hay quien te rompe la armonía y te destroza los esquemas de un plumazo,  quizá sin pretenderlo, o tal vez con cinismo premeditado, pero lo hacen.

Entonces le das vueltas a mil cosas y tu mente, parece bloquearse con idas y venidas sin sentido, en una búsqueda angustiosa de solución. 
Te planteas si de verdad merece la pena darle el gusto a nadie de que algo de eso te importe.  
Te preguntas hasta qué punto es tan importante lo que pasó o quién fue el que te dijo “aquello” que pudo molestarte.  
Y de un momento a otro te sorprendes a ti misma con la conclusión de realmente no hay necesidad de incomodarse por nada, que todo es tan relativo como queramos que sea, ni más, ni menos, que realmente nada es tan importante como sentirse bien con uno mismo y que mañana volverá a brillar mi sonrisa con la misma intensidad que el nuevo sol, le pese a quien le pese.

Airam E. M.

YO..., TU DULCINEA.




Te observo llegar, de tan lejos, cansado y confuso, alargada estampa la tuya. 
Miro al horizonte, el viento se lleva mi pañuelo y me deslumbra el sol que se despide del día. Luz…, sombras. 
Me piensas y te espero, te pienso y me buscas... soy tu Dulcinea. 
Otro día más que se despide y no estás a mi vera. 
Y el viento te trae a cada instante, tu aroma me envuelve y me seduce, como siempre, caballero de la triste figura. 
Eres sol de mis días grises, sonrisa eterna en unos labios por besar, primavera infinita en el otoño de una mirada. 
¿Dónde estás? 
¿A dónde pones rumbo?
¿Volverás? 
No, no hace falta que digas nada…, es suficiente saber que lo deseas, lo demás no importa. 
Quiero cerrar los ojos y seguir sintiéndote, aquí, donde todo es paz y tú lo sabes, donde tú y yo confundimos el ayer con el ahora y nos da igual el mañana. 
Puedes seguir soñando, puedes callar eternamente o imaginar la dulzura de tu piel y la mía en un roce, de tus labios besando mi boca, de mi aliento mezclado con el tuyo en un susurro de miel y canela.

Déjame seguir con la mirada el brillo de tu lanza, déjame contemplar tu despertar y con la fuerza del viento de levante, seguir moviendo las aspas del destino, cual molino de Campo de Criptana y corregir la veleta de la vida.

Airam E. M.