domingo, 19 de junio de 2016

VAGANDO...



Hora del recreo en el colegio del barrio. Bullicio de niños corriendo por las escaleras. Griterío.
Los pequeños entran a los servicios antes de salir al patio, para poder jugar y comer sus bocadillos tranquilos con el resto de compañeros.
El tiempo de descanso es corto, se les hace que vuela. Unos juegan al balón, otras saltan a la comba o cantan en un gran corro canciones populares, otros se esconden para que uno les busque por el recinto.
Hay quien repasa para el próximo examen apartado del resto, intentando buscar un poco de concentración sin mucho éxito. Otro grupito de niños, ya casi adolescentes, tontea con las niñas, entre bromas y veras, con halagos y disimulos propios de la edad.
Entre los últimos en salir han quedado tres amigas. Venían de la última clase del pasillo que lleva a los lavabos, despacio. Habían salido las últimas porque tenían asuntos que hablar, problemas que resolver, y no eran precisamente de matemáticas.
Elvira había quedado dos días atrás con Raúl, el novio de Marta, para que este le ayudara con un trabajo. Marta no lo supo hasta ayer y no le había gustado nada estar al margen del asunto. Sonia los había visto despedirse en la biblioteca días antes con las manos cogidas y se soltaron inmediatamente, nerviosos al verla.
Las tres discutían cada vez más acaloradamente. Marta había llamado a Raúl para pedirle una explicación y él le había quitado importancia, acusándola de celosa y de agobiante. Le dijo que necesitaba su espacio, que no tenía nada que contarle y que podía hablar con quien quisiera, que si iba a seguir poniéndole pegas a todo aquello se terminaba.
- Tu tienes tus amistades y yo las mías, todos necesitamos nuestro espacio. Cuando entiendas eso y vivas y dejes vivir, todo va a ser más fácil. Si estamos juntos es porque queremos, no por obligación. - Le dijo Raúl a Marta.
Ella no lo entendía, estaba celosa y rabiosa. Además Sonia no dejaba de cizañarla diciéndole barbaridades:
- Esta se ha propuesto quitártelo a toda costa y tu te quedas tan tranquila. Eres una idiota por consentirlo. Se están riendo los dos de ti.
- Ella no le gusta.- le contestó Marta.
- ¿No le gusta? Le da todo lo que tu no le das y cada vez que te descuidas lo tiene a su vera.
- ¿Qué estáis diciendo? Le pedí ayuda con un trabajo porque él se había ofrecido y yo apenas tenía tiempo para terminarlo en fecha para entregarlo. - Les contestó Elvira. - No pasó nada más.
- Eres una mentirosa, aprovechada y entrometida.
- Lo que es es una zorra malnacida. Puta ladrona de novios.
Entre Sonia y Marta empujaron a Elvira al interior de los servicios. La agarraron de los pelos y la abofetearon. Ella intentó defenderse. Cuando intentó gritar, Sonia le metió en la boca una bola de papel higiénico tan grande que la dejó casi asfixiada. Se estaba poniendo morada por momentos y no dejaba de manotear mientras las otras dos la desnudaron y la metieron en la ducha. Querían darle una buena lección.
- Te vamos a refrescar las ideas, y a lavar las intenciones, so guarra, a ver si te quedan ganas luego de volver a acercarte a Raúl.
Ella intentaba salir de allí, el agua helada dolía como cuchillos en la piel. Las otras dos la empujaban a patadas y a puñetazos y en un mal traspié, resbaló contra el grifo de la ducha y se abrió la crisma. La sangre corría y se extendía por todo el habitáculo. Las dos agresoras se quedaron inmóviles por un momento.
- ¡Está muerta tía!
- ¿Qué hacemos ahora?!
- Vayámonos antes de que suene el timbre de entrada. Saldremos por la puerta de atrás y nadie nos verá.
Se fueron dejando allí el cuerpo de Elvira sin vida, tirado en el suelo.
Las dos asesinas se fueron del pueblo y nadie supo nunca más de ellas.
Desde entonces y desde hace más de cincuenta años, el alma de Elvira vaga por los lavabos del colegio sedienta de venganza.

Airam E. M.
(Esta es mi primera aportación al reto, espero sea de vuestro agrado. Si no es así, disculpadme; al terror aún no le he cogido el tranquillo.)

Imagen tomada de la red.