lunes, 4 de julio de 2016

ENTREVISTA DE TRABAJO...



Un día muy ajetreado el de hoy...
Calor, muuucho calor. Compras, prisas, nervios y más calor. 
Había que ducharse y vestirse en décimas de segundo, y claro, como todo esto no fue avisado con el tiempo suficiente, pues no había lugar para demoras. 
Mimí tenía que dar su paseo y justo un minuto antes ya habían llamado tres veces por teléfono y una vez al telefonillo de la puerta.

Alguien tenía mi número metido en su agenda telefónica por equivocación y llamaba de vez en cuando, preguntando por un tal Jerónimo Buenavista.

- Se ha equivocado usted de nuevo señor, aquí no hay ningún Jerónimo. 
- Pero... ¿Volverá pronto?
- Que no volverá ni pronto ni tarde, porque no vive aquí.
- Pues que raro... Disculpe usted entonces, no la molesto más.

Y así un día si y uno no, o dos no y uno sí. Yo no quería ser descortés ni maleducada, porque me parecía la voz de un hombre ya mayor, alguien que quizá no estuviese bien de salud, o que tuviese algún tipo de problema. Me limitaba a contestar con toda la paciencia del mundo aún con las prisas más tremendas, como a veces era el caso.
Después llegó el cartero, con su habitual gana de conversación y su labia deprimente. Un certificado. 

Si estoy jabonada y resbalosa no puedo correr, los accidentes más graves ocurren siempre en esas circunstancias. ¡Cuándo lo van a entender!
Tan solo es entrar a ducharme y el mundo entero se alía para reclamar mi atención.
Me entré la batita rosa de seda salvaje, para abreviar, porque a vestirme no me alcanzó el tiempo... y agarré el telefonillo. 

- ¿Quién es?
- Cartero. Tiene usted que firmarme el papelito, no le puedo dejar la carta detrás de la puerta, porque no es de las normales señorita.
- Tú si que no eres de los normales...- musité entre dientes.
- ¿Dónde hay que firmar?
- Aquí abajo señorita - babeó el de la gorra, con su recién estrenado atuendo amarillo y azul marino - póngame también el número de su móvil.
- No veo que haga falta poner ningún teléfono. 
- Es por si tuviera yo que llamarla algún día para invitarla a un café.
- Que tenga usted un buen día.
Casi le rompo las narices contra la puerta.

Mimí brincaba tras de mi con su correa en la boca, estaba como loca.
Abrí el armario y fui sacando lo primero que se me puso a tiro; un vestidito negro monísimo de vuelo que me regaló mi tía, mi collar de perlas mayorquinas falso, un pañuelo rojo para atarme en el pelo, así a modo cintillo y por supuesto el cinturón y los zapatos a juego, no podía ser de otro modo, claro. A todo eso únele una sonrisa en plan morritos, con mi pintalabios rojo frambuesa, que huele que dan ganas de comérselo. Preparada para salir. Meto en el monedero la lista de la compra, las llaves y le pongo la correa a Mimí. Vámonos preciosa, a comernos el mundo, que hoy nada puede salirnos mal.

Airam E. M.

(Dibujo tomado de la red y tuneado por mi :) )