viernes, 9 de septiembre de 2016

ME CONTARON...



Me contaron que quisiste volar... desde antes de que te salieran las alas.
Que saltabas con la ligereza de quien no le pesan los pies y eras incluso más veloz que tu sombra.
Me han dicho que no tenías ley, ni religión. 

Que no hubo puerta ni vaya que sujetara tus libertades y que jamás tuvieron freno tus inquietudes.
Las nubes van y vienen, sopla el viento y se las lleva de acá para allá. Las mueve y las deforma, las disuelve, las empuja y tu siempre vas en sentido contrario.
Me contaron que te reías de tu propio reflejo en el agua, que despreciabas la cordura y sentenciabas con desaires la rutina y el decoro. 
Inconformista y salvaje como animal herido, todos los ojos se volvían para mirarte, desatando pasiones, entre deseos y envidia.
El sol se ponía primero en tus ojos verdes y después se despedía del horizonte, despacio, recreándose, como si temiese que mañana no fueses a estar allí para recibirlo.
La luna se enamoró de ti a primera vista, y te acunaba y te sonreía cada noche, mientras se mecía coqueta sabiendo que la observabas con guiños y le tirabas besos de vino y miel.
Los pájaros volaban a tu alrededor y te silbaban extrañas melodías, mientras tu soñabas con alcanzarlos en su vuelo y agitabas los brazos subido entre las ramas de las encinas. 
Incomprendido y solitario, con un corazón que no le cabe en el pecho y un río de lágrimas que desborda el caudal de su alma.

No quiero escuchar lo que me cuentan, porque nadie te conoce tan bien como yo.

Airam E. M.

(Imagen tomada de la red)

jueves, 8 de septiembre de 2016

CELOS ENFERMIZOS...



Dicen que el primer paso para perder a alguien, es el miedo descontrolado a perderlo, eso..., precisamente. 
Tener miedo a perder a alguien, es algo que no se puede controlar.
Alguien me contó que su pareja, le llamaba diciéndole que había soñado que él se iba, que la dejaba y no volvía más. Entonces arrancaba a llorar. 
Él la consolaba, diciéndole que eso no ocurriría, que era solo un mal sueño. 
La desconfianza crecía en ella por momentos, se afligía sin cesar en cada viaje que él hacía, en cada comida con amigos, fiestas de trabajo, llamadas o mensajes de amigas, compañeras..., cualquier motivo, por insignificante que pareciera, era suficiente para hacer crecer sus sospechas, sus miedos.
Él era una persona fiel, era atento, cariñoso, maduro, inteligente, la pareja perfecta que cualquier mujer pudiera desear. Su trabajo absorbía su vida casi por completo, con la única excepción de su familia y tan solo el deseo en la mente de poder tener el tiempo necesario para disfrutarlo con ella, de demostrarle que la quería, que estaba a gusto con ella.
Lo que en un principio fuese para ella un pellizquito de desconfianza, se iba transformando, día por día en obsesión. 
Ella le llamaba a todas horas, le exigía, le reclamaba, le preguntaba sobre su vida anterior, sobre sus relaciones pasadas. Él le contaba sin reparos cuanto ella quería saber, le explicaba, la consentía y la apaciguaba para que no se la comiera ese recelo. 
Nada calmaba su fuego interno. 
Él veía como su chica perdía los nervios continuamente y le montaba numeritos sin explicación, cada día que pasaba era más enfermiza la situación y más insostenible. 

- Tienes que buscar ayuda, no podemos seguir así.
- Estoy bien, perdóname, no volverá a pasar.
- Eso mismo me dijiste la semana pasada, y hace dos meses... y todo sigue igual. ¿No entiendes que esto te hace mal a ti y no es bueno para ninguno de los dos?
- No pasará más, de verdad, confío en ti. Tu eres el centro de mi vida.

Cinco años. Si estás con alguien cinco años así, es porque realmente te importa, porque quieres estar a su lado y porque crees que merece la pena aguantar. Pones de tu parte para que todo marche bien, para que ella esté tranquila, para que el tiempo que pases a su lado, ese tiempo tan deseado, sea lo más agradable posible. 
Ella aprovecha el mínimo descuido, una siesta de él, una ducha..., para buscar, para seguir indagando, para intentar descubrir algo que le delate, algo que no le haya contado. Sospecha hasta del aire que respira. 

De repente, todo se vuelve insostenible, insoportable, la gota que colma el vaso... La presión que una persona puede soportar tiene un límite, a veces ese límite se traspasa con tan solo una llamada, con unas pocas palabras, con un mensaje sin contestación. Y de pronto deja de tener sentido seguir con algo que no tiene arreglo, con alguien que no tiene cura y descubres que no vale la pena sufrir sin motivos, por alguien que nunca pondrá de su parte para que todo vaya bien y que terminará convirtiendo tu vida, en el infierno que ella se ha creado dentro de si.

No se puede perder lo que no nos pertenece. Y no somos dueños de nada..., mucho menos, de nadie.

Airam E. M.

TU FELICIDAD...



¿Cuántas veces nos hemos preguntado a cerca de la felicidad? 
¿Qué es?
¿Cuándo se da?
¿Quién la disfruta?
¿Porqué todo el mundo la busca?
¿A caso la tenemos y no nos damos cuenta?
¿Eres feliz?
La mejor manera de ser feliz, es no planteárselo siquiera. Hazme caso.

Tu vida no es mejor ni peor que la de tu hermano, que la del vecino, que la del del pueblo de al lado.
Tu vida es sencillamente tuya, original e intransferible, con sus altos y sus bajos, con sus días de sol y sus nubes negras.
La felicidad no es; ni un derecho, ni un deber. 
No es algo que heredas, ni te toca en suerte. 
No es un trabajo estable a tiempo completo, ni una salud de hierro a prueba de bombas.
La felicidad es aceptación sin resignación.
Es viajar hacia dentro y hacia fuera, sin pesos ni cargas, sin maletas, con los recuerdos justos en las alforjas del corazón; los que provocan sonrisas.
Es mirar hacia adelante sin prisas y hacia atrás sin miedos, ni pesares, con la satisfacción del borrón y cuenta nueva.
Es vivir el presente sin rencores y mirar alrededor sin codicia. 
Observar el bien ajeno, sin envidia. 
Consolar a quien llora, aunque no te duelan sus dolores.
Despedirte de quien se va, con un hasta siempre y que perdure eternamente lo bueno que dejó en ti.
Es un punto y seguido en un amor. 
Un acento en una caricia. 
Un paréntesis en un abrazo. 
Una exclamación en un "¡te amo!". 
Un entrecomillado de ilusiones... 
Y una interrogación en la esperanza.
Tu felicidad, eres tan solo tú.

Airam E. M.