miércoles, 14 de septiembre de 2016

QUE FLUYA LA VIDA...

en el hielo de mi soledad y otras te respiro en la distancia...


Unas veces me abraso en el hielo de mi soledad... y otras te respiro en la distancia. 
Aspiro profundamente y me lleno por completo de ti, de tu esencia y tu presencia inventada, que permanece en mi sin que nada ni nadie pueda impedirlo.

Me haces temblar como una hoja en plena tempestad con tus suspiros y me derrite el aliento de tu recuerdo, que quedó tatuado en mi alma a fuego lento.
Vienes y vas, estás y te vas y yo me desespero de esperar lo imposible, aunque a la vez prefiera que así sea y que tu no estés. 

Tan fácil y tan difícil, tan real y tan soñado, tan cerca y tan lejos, tan tú... siempre. 
Frente a mi como si nada, con una sonrisa infinita, con un brillo de ojos especial..., con la dulce caricia de tu voz, mientras te miro fuera del sueño durante otro instante prestado. Estás ahí, sí... frente a mi y te miro sin que tu lo intuyas siquiera y llenas todas mis perspectivas en ese minuto eterno y no puedo parar de sonreír a escondidas.

Y subo y bajo en un torbellino de sensaciones, mientras, de un parpadeo transcurre ese tiempo, que a la vez que quisiera detener, quisiera también empujar para que corra, por que no sé qué me vendrá mejor hoy.

Mañana será otro día. 
¡Qué fluya la vida!, que no nos sirve de nada llorar, mejor reír y cantar, como si fuese siempre el mejor día de toda nuestra vida, como si no hubiese un mañana que nos espere.
Que no sirve de nada lamentarse, no vale la pena lo que no te llena de alegría, lo que no te hace vibrar y te traslada sin apenas tocarte.

Airam E. M.

lunes, 12 de septiembre de 2016

ARDIENDO EN MI...



De tan libre y descuidada que estuve para ir y venir a mi antojo por el tiempo y el espacio,
daba igual si era noche o era día. 
No importaba que fuese otoño, invierno o primavera, para mí, era eternamente verano.

Me cautivó su voz, pero sin duda, nada hubo jamás en mi vida tan dulce, nada tan intenso e inesperado, como la luz de su mirada en la mía. 
Sus ojos acarician y hacen estremecer mi cuerpo de norte a sur, sin que hagan falta sus dedos en mi cuerpo para que su música sea la melodía deseada.
Sabe hacer magia desde lejos y no sé si alcanza a imaginar mi cara de felicidad con tan solo un soplo suyo, con un susurro.

Cuando me atrapó su alma, dejé de ser libre, y sé, que jamás podré escapar a lo que me hace sentir sin darse apenas cuenta.

No es mío, no. Ni mío ni será nunca..., ni de nadie, ni yo quisiera que así fuera; que no es bueno quitar la libertad a un pájaro, ni privarle de su vuelo. 
No es mío, pero eso no me impide quererlo, ni sentirle dentro. Eso, no hay quien me lo quite... y es tan inmenso el placer que me invade cuando así lo siento...

Quizá no sea yo la mujer de sus sueños, ni su musa, ni su magia... 
Puede que tampoco sea él aquél que yo soñaba, el que tanto imaginé, el que robaba hasta el último de mis pensamientos. 
Tal vez nunca pensó encontrarme tan profundamente inconformista, con la mente complicada e inquieta.
Seguramente no supiera, que puedo ser seductoramente tierna, o pervertidamente salvaje y llevarle por los caminos de la locura en un suspiro..., sin que encuentre ya nunca el camino de regreso al refugio imposible de su inaccesible libertad.

Él, que nunca imaginó verse ardiendo en mis infiernos, se lanzó en picado, sin redes y sin miedos a apagar de un soplido las llamas de este fuego... De mi fuego.

Airam E. M.

(Imagen captada de la red)