miércoles, 28 de septiembre de 2016

SIEMPRE EN TI...






Un verano invencible y eterno, profundo, entre el calor de mis venas y las llamas de un "te quiero", que a diario calentaba las ausencias y se recreaba en los reencuentros premeditados. 

Un fuego fatuo, que ardía en la lejanía, con la esperanza de un corazón en carne viva, que se desvive por alcanzar tus besos.

- ¿Dónde estás?
- Siempre en ti...
- ¿Dónde habito?
- Eternamente en mi.

Airam E. M.

martes, 27 de septiembre de 2016

EL RITMO DE LA VIDA...



El camino serpenteaba, árido y seco, con la tierra rojiza perdiéndose en el horizonte ante nuestros ojos. Estrecho y lleno de piedras, con las cunetas hundidas a los lados, cuajadas de pasto amarillento y quebradizo. 

A lo lejos, se erguía una alameda de eucalipto, adornando el paisaje, poniendo el toque de verdor y frescura como oasis en el desierto extremeño.

Las sombras se alargaban a salto de mata, preludio de una noche serena, mientras el sol decía adiós entre valles y llanuras.

El cielo engalanado de púrpura y blanquiazul, bailaba al ritmo de acordes de sol y luna, mientras el viento traía aromas de jaramago y adelfa.

Llegamos al final del camino, sedientos y jadeantes, con los pies empolvados, pero con el alma repleta de vida y de entusiasmo, encantados de presenciar el magnifico espectáculo del ritmo de la vida ante nuestros ojos.

Airam E. M.

lunes, 26 de septiembre de 2016

ATARDECERES DE OTOÑO...


El sendero se alargaba y se estrechaba, como las ramas del árbol del camino, ese que veis algo seco ya, casi deshojado, solo y triste. 

Subíamos las cuestas sin darnos a penas cuenta, observando al sol, mientras se despedía entre montañas, despacito, sin prisas, pero sin pausa. 

Si mirabas a lo lejos, parecía extenderse un fuego en la lejanía, resplandeciente, amarillo, anaranjado y entre las nubes rosas y blancas se difuminaba el azul... turquesa, celeste y añil del firmamento.

Místicos y aislados entre la fértil llanura que se extiende delante de nuestros maravillados ojos, pequeños cortijitos dispersos entre el verde y pardo de la tierra, momentáneas paradas entre caminos, tapias de barro y paja, algunas, resistiendo a duras penas el paso del tiempo, abandonadas a su suerte, o refugio de animales al caer la noche. 

El viento trae el rumor de hojas secas, correteando por la ladera y las sombras, van dejándose ver a cada paso, parduscas y frías. 

Adormece la tarde a paso largo y quedo y va desperezándose la luna entre suspiros, con guiños de estrellas fugaces. 
Y en el ocaso de un día más, sueña el sol con despertar cuanto antes, para volver a contemplar la belleza de tus campos y tus infinitos paisajes otoñales, mi amado pueblo.

Airam E. M.