sábado, 15 de octubre de 2016

ECLIPSE LUNAR... (reto)


La bruja mala del bosque lideraba una jauría de lobos hambientos, blancos, negros, pardos y rojizos, todos aullaban a la luna detrás de ella.
Ella mataba por y para ellos. Tenía las manos ensangrentadas y sus ropas eran de un color rojo intenso.
Llevaban más de una vida todos juntos. El bosque les daba cobijo y la luna y las estrellas les servían de techo.
Comían de su mano y bebían los vientos por ella, su diosa casi humana.
Descalza sobre un lecho de hojas secas bailaba entre ellos, mientras se despojaba de su vestido de seda, como cada anochecer de eclipse lunar, para bañarse en el río. Entonces empezaba la sinfonía de aullidos.
Los lobos se revolcaban y saltaban la hoguera que ella había preparado para después secarse a su calor. Era un ritual magnético, un aquelarre bestial, el preludio de un hechizo licántropo.
Después, uno de los lobos, el más fuerte de la manada, retaba a otro de sus hermanos a una pelea, casi mortal. Lucharían con uñas y dientes, se batirían en duelo para conseguir el premio pactado; el ganador, se bañaría en el río con ella.
La sangre manchó sus cuerpos peludos, mientras mostraban sus colmillos, que brillaban aterradoramente mientras la luna comenzaba a ocultarse y la oscuridad iba adueñándose del bosque. Los aullidos, fueron tornándose gemidos que casi parecían un llanto humano. El vencedor fue adentrándose en el agua helada, en busca de su premio.
La sangre de sus heridas al contacto con el agua, iba desapareciendo por completo, al mismo tiempo que su apariencia iba transformándose poco a poco en la de un perfecto y bello humano.
Entonces da comienzo el baile nupcial, el cortejo místico, la conjunción de los planetas, que alineados frente a la luna tiemblan al contemplar la escena.
Los cuerpos se hacen uno dentro del líquido elemento y el agua deja de estar helada para bullir a su alrededor, hasta que el humo que desprende, lo va llenando todo y la niebla espesa los oculta con su velo.
Afuera, expectante, espera la manada a que culmine la cópula entre jadeos y gemidos de placer. Durará justo el tiempo que la luna tarde en brillar completa en el negro firmamento, ahí los dos amantes, al unísono triunfarán apoteósicamente, retorciéndose de infinito placer.
Después, al salir del agua, ya no habrá marcha atrás en el ritual. Junto a la lumbre, mientras las sombras bailan la música del crepitar de los leños, los amantes se besan por última vez y ella, mirándole a los ojos, le clava una daga en el corazón.

Airam E. M.

miércoles, 12 de octubre de 2016

EL AMOR ES CIEGO...



Ella era invisible y él, era ciego de nacimiento.
Se encontraron al cruzar una esquina, en una tarde lluviosa, de las de chubasquero con gorro y botas de agua hasta la rodilla.
Él tropezó con ella de frente y ella, empapada y risueña, pidió mil perdones agitada por sus prisas.
Intentaron recomponerse el uno al otro a duras penas, era misión imposible, la visión de la escena desde el bar de enfrente era un poema.
Ella reía, mientras él intentaba hacer que ella se cobijase en su paraguas transparente, diciéndole que se agarrase de su brazo, que la invitaba a un café con charla.
A ella le resultó guapo, a la par que amable y refinado y no supo declinar la invitación. 
Siguieron los dos caminando un par de calles, el perro lazarillo movía contento el rabo.
Él le preguntaba por su vida, ella agachaba la cabeza y tímidamente contestaba.
Cesó la lluvia en aquella tarde otoñal, cuando se encendían las primeras farolas de la plaza.
Ella le describía el color del cielo mientras acariciaba al perro guía y él la escuchaba atento, mientras en su cara se dibujaba una sonrisa dulce.
A ella, nadie la había mirado nunca como él lo hacía...

Airam E. M.

(Imagen de la red)