sábado, 26 de noviembre de 2016

LA LOCURA POR COMPAÑERA DE VIAJE...



Sabía muy bien como llegar a los corazones de quienes le escuchaban. 
Acariciaba con palabras y acompañaba con gestos, con el brillo de sus ojos, con sus ademanes de salvaje dulzura. 

Miel que a veces era hiel, sabor dulcemente amargo, arañazos en el alma, tropezones y heridas de guerra frescas, cicatrices tatuadas entre lágrimas y suspiros.

Yo  me hacía la sorda y él gritaba en la lejanía. 
El eco me traía el latido de sus palabras, huecas y vacías, que retumbaban en las paredes de mi mente, a veces sucia, a veces inmaculada, insistente.

La locura era mi compañera de viaje. Ella llevaba mis maletas, una llena de sueños rotos, la otra, con las ilusiones recién planchadas y dobladas, marcadas con hilo de esperanza.

Se encendió la luz del horizonte entre tinieblas, sombra y nieblas de hastío recién estrenado y se estrecharon los senderos.

La mañana llegó hasta mis pies y se derrumbó la noche de mis soledades, tapé el sol con un solo dedo y descolgué las cortinas del desánimo.

Airam E. M.

viernes, 25 de noviembre de 2016

CERRAR LOS OJOS Y FLOTAR...



Cada día, mientras le escuchaba hablarme, me sentía flotar desde donde estaba, hasta los lugares más maravillosos de la tierra.

Él es la voz de mi silencio, la respuesta a mis preguntas, la luz y las sombras de cada uno de mis amaneceres desde más de una vida.

Mezcla penas con alegrías, fantasías y realidades, de una manera que jamás nadie podría imaginar.

Me regala flores de las que no tienen olor, ni color, de aquellas cuya rareza es admirada por su escasez, por ser tan difícil de encontrar e imposible igualar.

Le encontré por casualidad. No recuerdo si era noche o brillaba el sol, tan solo recuerdo que le vi y me enamoré. 

Creo que el destino me lo puso delante de los ojos de la forma más sencilla e increíble.

Mis suspiros se mezclan con los suyos en cada conversación, como se mezcla la leche con el café, como menta y chocolate, como fresas con nata.

Es cerrar los ojos, susurrar su nombre y aparece su rostro en mi mente, sonriendo, guiñándome un ojo y haciéndome señales para que me acerque a él con su dedo índice. Ninguna sensación es mejor que esa y jamás entenderé porqué.

Me dice que soy una brujita, que le hice un hechizo y le embrujé. Pero el brujo es él, que hipnotiza con su mirada, convierte en risas mis penas..., que me cuenta las cosas más tiernas y me despierta los sentidos desde que amanece hasta el anochecer. 

Y por eso lo quiero, como no quise nunca, como no querré a nadie... a pesar que se impaciente como un niño y me responda enfadado cuando menos me lo espero, e interprete mis cosas como le de la gana.

Airam E. M.