miércoles, 21 de diciembre de 2016

TORMENTAS EN EL ALMA...



Antes de nada me descalcé y caminé de puntillas, despacito, sigilosa. 
Me había invitado a entrar, a aposentarme en su interior con cautela, a escucharle en silencio.

Se respiraba humedad en cada resquicio, agua salada había impregnado sus grutas en innumerables ocasiones. 

Tenía cascabeles instalados en todas las esquinas, situados estrategicamente, camuflados entre paisajes de nostalgia que conducían a recodos de sombras y oscuridad, pero que alegraban la vida a cualquiera que los oyera tintinear.

Nada más llegar a aquél lugar sagrado quise mantenerlo como estaba, no cambiar nada de lugar, no cambiar ninguna decoración, por pequeña que fuera.

Tan solo pretendía descubrirlo, conocerlo, disfrutarlo tal y como era, sin otro afán.

Caminar descalza por aquellos senderos me producía tal serenidad en días de calma, que me parecía increíble la facilidad con la que se producían seísmos en su interior, a la mínima crecida o menguada de la luna. 

A veces no reconocía el lugar, se tornaba abrupto y pedregoso el camino y los cardos espinosos pinchaban mis pies. 
Entonces me sentaba al borde del camino, necesitaba pararme, salir, observar desde fuera y dejar que pasara la tormenta, con la esperanza que la próxima, tardara algo más en llegar.

Airam E. M.


(Imagen de la red)

EL INFINITO DE TU NOMBRE EN MIS LABIOS...



Yo me dejé abrazar. 
Me fundí... 

o me confundí contigo 
entre noches de insomnio 
y fuegos chispeantes.

Te llené de besos... 
y tu te comiste mi alma 
de dentro a fuera en un instante. 

Ahora me dejas gritando como una loca, 

pidiéndote con los ojos 
un puñado de esperanzas tan solo.
 
Tírame una sonrisa de las tuyas 

desde ese silencio macabro
 y déjame dormir con este hastío 
que araña el infinito de tu nombre en mis labios.

Airam E. M.

PESADILLAS...



Mi sueño todavía continuaba...

La helada de la noche pasada aún cubría los campos de los alrededores.
Durante el trayecto en coche, mi mente se evadía de mi cuerpo inconscientemente.
La niebla en el horizonte, difuminaba los árboles y borraba por completo la carretera delante de mi.
Cuando por fin llegué, el sol brillaba en toda su plenitud ante mis ojos y me deslumbraba sin piedad.
Los semáforos bailaban con la música de los trinos de algún pajarillo, confundido entre las ramas peladas de los árboles.
Caminaba, adormilada aún, por las calles, recién estrenada la fría mañana de aquél miércoles. Crucé la calle sorteando transeúntes, que paseaban robóticos de un lado a otro de la acera, con expresión perdida.
Quería aclarar mis ideas, tan solo podía pensar que le amaba con la sencillez del que no espera otra cosa que ser amado, mas él prefería rebuscar entre los restos de antiguos naufragios.
Pretendía amarle despacio, sin tristeza, dando rienda suelta a la ilusión en su vida, teniéndole en mis días y en mis noches, como un salvavidas en un barco abatido por el oleaje. Pero el barco hacía aguas y el salvavidas llevaba mucho tiempo al sol, a la intemperie, estaba muy castigado por los temporales de la vida y al mínimo peso, al menor esfuerzo se hundía como los peces de plomo.
Los pies me pesaban cada vez más. Me costaba dar el siguiente paso. Era como si de estar pegados a más no poder, alguna fuerza extraña tirara de nosotros dos y nos separara, rompiéndonos en mil pedazos, cada vez más pequeños y más difíciles de recomponer.e
Por el camino y con el tiempo, los añicos se iban dispersando, se perdían entre los ires y venires del desencanto, hoy por ti, mañana también por ti...

Una vuelta más en la cama, mis ojos aún siguen cerrados, no quiero despertar...



lunes, 19 de diciembre de 2016

NO ME SUELTES...



¡No me sueltes!
Sigue sujetando mi vida, 
tensando las cuerdas.
Aprieta si quieres 
y después afloja,
dame tiempo,
dame amor,
dame lo que nadie sabe dar
solo tu.
No te pido nada,
no te ofrezco nada,
seamos como somos
y dejemos la vida pasar,
así sin más.
Escribamos cartas
al amor,
al adiós,
a la muerte...
seamos libres,
tu conmigo 
yo contigo
y que nada nos frene,
que nadie nos sujete,
pero tu...
no me sueltes.

Airam E. M.

(Imagen de la red)

ME SOBRA PACIENCIA...


Me sobra paciencia, 
te lo he demostrado muchas veces. 
Me lo he demostrado incluso a mi misma. 
No me canso de esperarte, 
de pensarte, 
de escribirte, 
de imaginarte, 
de soñarte, 
de idealizarte. 
Me sobra... 
para pensar cada día 
que llegará ese momento que espero. 
No desespero, no. 
No tengo prisa, tampoco. 
No quiero nada que no sea mío, 
tan solo dame lo que me pertenece.

Airam E. M.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS



Alguien me preguntó a que sabe el alma.

- Almas debe haberlas de sabores bien variados, 
tantas como personas, 
no creo que haya ni una repetida en sabor o en saber. 

- ¿Y el infinito?

- Infinito solo hay uno, 
pero como es intangible, 
nunca degustaremos su esencia. 
Eso sí, podemos imaginarle cualquier sabor...: 
suave, seco, con una pizca de amargura, 
dos porciones de nostalgia 
y un chorreón de melancolía. 
Agitado, no removido.
Y cada uno a su gusto.

Te haré caso. Debí suponer que el infinito, como el alma, son fórmulas matemáticas, proporciones exactas de una y otra cosa. Pero déjame la puerta abierta de la comunicación. Quizá la cosa no sea tan fácil de ejecutar.

- Abierta queda.

Airam E. M.