miércoles, 1 de febrero de 2017

PERFECTA COARTADA...



A pesar del frío invierno, su sonrisa era un sol de verano para mí. 
Subió y bajó mil veces, desde el más profundo de los abismos, al arco iris más brillante.
Iba cargada de deseo, y regalaba besos y caricias por doquier.
Su segundo apellido era Locura y lidiaba a cada paso con la sombra de la nada.
Triunfadora de batallas perdidas.
Sin duda una soñadora trasnochada.
Bailaba desnuda con la luna en el alfeizar de cualquier ventana.
Rompía la copa tras el último sorbo de vino tinto y de repente, todo era distinto.
Su silencio lo decía todo, sin palabras, sin sonido y mi vida recobraba otro sentido.
Destilaba magia por los cuatro costados, de frente, de espaldas, de perfil y de lado.
Mantenía sus palabras al borde de la boca, cuidadosa, despierta, con la sonrisa loca.
Me empujaba con fuerza, me mostraba la puerta que lleva a la salida.
No sabía amar y le resultaba amargo el amor de seguido, le cansaba.
Hablaba en sueños, sin saber si de verdad dormía o solo dormitaba.
Cuando creía haber perdido al amor de su vida, le dolía el corazón y se compadecía.
Se incendia cuando ama y le da al amor el nombre de fuego.
Podía romperse en mil pedazos para encajar en su puzzle ficticio, como si tal cosa.
Era la bala perdida en busca de mi pecho y yo fui su diana, su blanco fácil, su víctima y su perfecta coartada.

Airam E. M.


(Imagen de la red)

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