jueves, 26 de enero de 2017

CUALQUIER COSA NO VALE...



Eres tan especial para mí, que cualquier cosa no vale para contentarte...
La mejor idea se vuelve insignificante, todo es poco, todo es mínimo.
No hay suficientes palabras, no basta con el mejor pensamiento, con el sentimiento más profundo.
Rebusco en mis archivos; el mundo es poco, el infinito no es suficiente, los límites nunca están señalados.
Resulta que me pierdo en mi propio mar de dudas y me ahogo entre mis lágrimas intentando entenderte y entenderme... y no lo logro.
El cielo se cubre de nubarrones negros y llueve a mares, por ti y por mi.
Enero va llegando a su fin. ¡Que se vaya y se lleve mis congojas!
El frío de fuera me hiela hasta el alma y me hiere no encontrar el camino que nos sirva de puente.
Te observo distante, que no distinta... y te quiero como siempre y como nunca, más yo que de costumbre.
Me elevo y te busco desde arriba, desde donde nadie alcanza a ver, desde donde tan solo yo puedo encontrarte y me estremezco cuando por fin te tengo.
No dejará de llover por ahora. Las lágrimas de las nubes limpiarán las caras de los llorones y se llevarán las penas, arrastrándolas arroyo abajo.
Mañana quiero que vuelvas a ser parte de mi aire, de mi oxígeno, de mi vida, como viene siendo desde que mi vida se quedó trabada a la tuya.
Mañana te esperaré si vienes como si no.

Airam E. M.

(Imagen de la red)

domingo, 22 de enero de 2017

CICATRICES EN EL ALMA...



Me preguntas si me llevé algo cuando me fui, en mi precipitada partida de tu lado. Tardas en preguntarme y yo te explico: 
- ¡Claro!, ¿no lo has echado en falta? 
Me llevé un trozo de tu alma, que se quedó pegada entre mis sueños, un pellizco de tu sonrisa, que vino a parar, no sé cómo, a mi bolsillo. Y una brizna de tu melancolía, envuelta en el guiño de esos ojos soñadores, se vino conmigo sin dudarlo, acompañándome por siempre en mi camino. 
- Creo que fue así. Y entonces, ¿qué quedó?
- Quedó... un soplo de nostalgia contagiosa, que habita en el vacío de mis noches en vela; que son también las tuyas, ¡no lo niegues! y a veces, la alegría de pensarte aquí a la vera mía.
- Muchas cosas por compartir y demasiadas preguntas sin responder.
- ¿Sigo? 
- Tu misma.
- Queda el silencio, el recuerdo de una triste despedida forzosa en una calurosa tarde de verano. Quedan palabras nunca dichas, sólo en el silencio de ambas miradas. El silencio de tu mirada lo dijo todo en aquel adiós, caliente, de quiero y no puedo. Nada es para siempre, y el "nunca" y el "todo" tampoco existen. No me sueltes la mano, sigue apretando con fuerza y arráncame del fondo de tus entrañas. Me voy, pero me quedo dentro de ti, si quieres como si no, y eso nos dará la calma.
-  ¿Calma dices? Nunca hay calma en un corazón que vibra, en una alma errante, un barco a la deriva de la sin razón, que se deja llevar por los latidos hacía el puerto que el nuevo viento le arrastre. Ni calma ni sosiego, porque se bate en duelo consigo mismo y aunque crea que ha ganado, por siempre vagará perdido... 
Sólo estará el corazón curado, cuando su primer pensamiento al despertar no sea del otro, cuando no hurgue en la herida, no quite la postilla, no mire la cicatriz.

Airam E. M.