viernes, 16 de marzo de 2018

DESTINO FINAL...



De nuevo Rusia. 
El viejo aeroplano había aterrizado dando bandazos contra la pista de tierra y nieve. La aguja del combustible marcaba lo que le daba la gana y el ruido del motor era ronco y feo, como de tartana. Era casi tan viejo como yo, y los dos teníamos achaques y dolamas, pero ni él ni yo nos quejábamos nunca por nada. Nos teníamos el uno al otro y durante toda una vida nos habíamos recorrido juntos los rincones más inhóspitos y olvidados de la tierra. Este era nuestro destino final, me vengo a morir a Rusia, cuando ya nada más me queda que esperar mi último viaje, ese sin retorno del que todos tenemos billete sacado y Rusia me abraza con su eterna y fría calidez.

Mariajosé E. M.

Imagen de la red.

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