sábado, 24 de febrero de 2018

LA VIDA ES...



La vida es soñarte, que me pienses,una canción,mi comida favorita. Un orgasmo continuado.La vida es una caricia,un beso dulce,un guiño descuidado.La vida es beberte.La vida es mirarnos frente a frente,con la sonrisa tonta.Es parar el tiempo.La vida es un caramelo con mil sabores que no quieres dejar de chupar.La vida es un arroyo cristalino y cantarínque fluye por mi cuerpo con alegría.La vida es un susurrode tu boca en mi oído.Vuelve a repetírmelo.La vida es saber que existesy que no quieres perderme.No me dejes nunca.
Mariajosé E. M.
Imagen de la red




EL LADRÓN DEL TIEMPO...



Ella fue prisionera
en su castillo de cristal,
haciendo mil piruetas
por sobrevivir.

Se perfumaba con rosas
al salir el sol,
lanzaba risas al aire
aún sin hallar razón.

Tenía las alas cortadas
de temprana edad,
no echó campanas al vuelo
ni jamás voló.

Habitaba en un mundo
de imaginación,
se echó de mejor amiga
a la soledad.

Él robaba minutos
cada día al reloj,
y melodías al viento
por verla soñar.

Le regalaba paisajes
y puestas de sol
compartiendo con ella
cada amanecer.

Disfrazaba las penas
solo con oír su voz,
y le hacía cosquillitas
en el corazón.


Mariajosé E. M.

jueves, 22 de febrero de 2018

PRECIPICIO...



Noventa y seis pasos a la derecha, veintitrés escalones, una nube de polvo que duró dos horas ante mis ojos, haciéndome toser y estornudar.
Al salir del polvo, eché a rodar ladera abajo, arrastrando conmigo toda esa nieve blanda, que se pegaba contra mi cuerpo, haciendo de mí una gran bola imparable, húmeda y helada.
La bola cayó a un caudaloso y profundo río, con rápidos y piedras puntiagudas, que deshicieron mi capa de nieve y me arrastró la corriente, agarrado a un tronco medio podrido, que flotaba dando vueltas en remolino. 
Escuché un estruendo ensordecedor mientras me acercaba al abismo y justo al llegar al borde del precipicio que iniciaba la cascada, salté, impulsándome con todas mis fuerzas. 
Cerré los ojos para no ver lo que había debajo de mí y noté en mis posaderas el impacto sólido y caliente, volví a abrirlos y descubrí con asombro que iba a lomos de un águila real, que me transportaba de pasajero sin billete ni equipaje. Su plumaje era de un brillo increíble y de una suavidad extrema. Le acaricié la cabeza como muestra de gratitud y pareció molestarse conmigo, dando un brusco giro sobre si y lanzándose en picado mientras chillaba.
No pude sostenerme sobre él a esa velocidad y en esas circunstancias y caí de nuevo, rebotando entre las copas de los árboles. Iba bajando cada vez más, frenando como podía, echando mano de ramas secas, apontonando con codos y talones.
Cuando toqué tierra firme por fin y creí que había llegado el final de mi viaje, se abrió ante mis pies una gran brecha, que crecía persiguiéndome a la carrera, hasta que me engulló, cerrándose de nuevo tras de mi.
Y aquí llevo tres años, escribiendo mis memorias, por si alguien algún día me encuentra vivo o muerto.
Mariajosé E. M.

ME SACAS LOS COLORES...


Mi enero tiene colores de abril...,
me pinta sonrisas,
ilumina sin sol, 
y me guiña,
matizando mis mañanas
mientras te oigo
como me cantas.
Si la niebla te oculta,
me distraigo,
subo, bajo,
y te espero,
apoyada en mi ventana.
Me sacas los colores,
me subes la moral
y te derramas...
como sangre nueva...
Enero.
(Mariajosé)

MI SAL, MI SOL, MI LUZ...



Nadie... 
Sin ti no soy 
ni quiero ser.

Nada...

me importa
cuando no estás tú.

Eres...
mis ganas locas
de vivir,
mi sal,
mi sol,
mi luz
y mi alegría,
sólo tú.


Mariajosé E. M.

EL SELFIE...




- ¡Que extraño! No recordaba haber hecho esa foto.

Empecé a pasar una a una todas las que había en la galería mientras tomaba mi gintonic, bien aliñadito con pimientas y gominolas de colores. Mi amiga le daba profundas caladas a su cigarrillo y me miraba, recostada para atrás en el sofá, con gesto indiferente en su cara.


- ¿Qué foto?, me dijo, sin inmutarse, ni hacer por mirarla.


- Pues esta, tan rara, con toda esta gente desconocida. Parece un selfie, pero tiene unas luces muy raras para estar hecha en el descampado del botellón.


- Bah! Si es de esas no hay nada raro. La mitad de las veces se nos acopla peña de otros grupos y nadie conoce a nadie.


- Ya. Pero es que resulta que tienen ropas muy extrañas, y el pelo... Eso que se ve entre las cabezas no son rastas, parecen...


- ¡Déjame ver! Me estás intrigando con la puta fotito.


- ¡Gusanos! ¡¡Son gusanos tía!! Y al que está a tu lado le falta un ojo...


- ¡¡¡Dios santo, la de detrás de mí tiene un cuchillo clavado en el cuello!!!


- Llama a Irene. Me estoy asustando mucho.


Mariajosé E. M.

Foto de la red.

EL OVNI...





Cuando el abogado de mi abuelo abrió el testamento aquel día, ninguno de los presentes imaginaba ni por asomo en que consistiría el maravilloso botín que nos aguardaba. 
Mi abuelo fue pirata de profesión. No lo sabía casi nadie que no fuera de la familia, porque él se jubiló joven. 
Un día que se sentó con los pies a remojo en una de las barquitas que usaban para pescar en días de poco movimiento, debió pasar un tiburón con mala baba y mucha hambre por allí, le dio el olorcillo a roquefort y se le zampó el pie derecho con tibia y peroné incluidos en el lote. El contramaestre, que era un hombre muy mañoso, y había hecho cursos de primeros auxilios en su juventud, le hizo un apaño para cortarle la hemorragia (sin más anestesia que una botella de ron), y uno de los cocineros del barco, que había sido carpintero, le hizo una de esas patas de palo con uno de los leños que servían de combustible para "El Galeón Insaciable". Pero todo fue en vano, pretendió darse de baja por unos meses y vivir con mi abuela en el pueblo, en plan tranqui, haciendo reposo, pero la cosa se le fue de las manos y tuvo que jubilarse del todo, no sin antes deshacerse de cualquier vínculo con el mundo marino. Lo bueno fue que el hombre no era vicioso, ni jugador, y supo invertir muy bien en bolsa, todas las ganancias de los años gloriosos en alta mar y se forjó un imperio de cadenas comerciales y franquicias de ropa y bolsos de lujo. Mi abuela y él tuvieron siete hijos, contando a mi madre, los otros seis eran varones. La verdad es que cuando mi abuela murió, unos años antes que él, la familia ya nunca volvió a ser lo que fue en vida de ella. Mi abuela era como el pegamento que unía los pedazos rotos, cuando había alguna desavenencia familiar. Ella era buena diplomática, mediaba, parlamentaba con las partes y siempre llegaban a un acuerdo. Mi abuelo no. Al contrario, él casi que incitaba a que se produjeran malos rollos entre hermanos. Hasta el punto que los desheredó a todos, haciéndoles creer que el imperio seguía intacto (nada más lejos de la realidad) y a mi madre y a mí nos dejó un mapa de un tesoro en una isla de Groenlandia.Nos gastamos todos los ahorros en el viaje a Groenlandia y en ropa apropiada para el dichoso viajecito, más el alquiler de una furgoneta vieja, para llevar el material de acampada y unas herramientas. ¡Menuda aventura!
Tres semanas estuvimos buscando la pista que nos llevaría al misterioso tesoro, según el dichoso mapa del abuelo. Y cuando ya nos íbamos a dar por vencidos, en la última palada de nieve topamos con lo que fuera...

Alentados por el hallazgo, entusiasmados, aunque exhaustos, continuamos la tarea. Lo que fuera, era enorme. 
De pronto aquello empezó a calentarse, se encendió una potente luz que nos deslumbró y echamos a correr. La nave ascendió y nos abdujo a mi mamá y a mí. Hoy escribo mis memorias desde el planeta Frikus, con la esperanza de que algún día, si vuelvo a la Tierra, sean publicadas.Mariajosé E. M.

HABITACIÓN 496...



Aquél verano fue el mejor de toda mi vida... 
¡Ah, los ochenta! 1984 para mayor exactitud. 
Salimos del pueblo de madrugada en el seiscientos de papá: mamá, la abuela, mis dos hermanillos y yo, bueno, y Misi y Kuki, que no se podían quedar con la vecina del quinto, porque también se iba de vacaciones. 
Llegando a Córdoba nos adelantó un seat 124, que quemaba rueda con la baca repleta de maletas y cachibaches playeros y papá se puso de los nervios. Menos mal que mi madre, por aquellos entonces todavía sabía como calmarle y hacerle entrar en razones con cariñitos. Años después sería otro cantar... 
La abuela decía que esas calores no eran para ella y que si llega ella a saber que estaba Málaga tan lejos, ¡nanai de la china!, que para la próxima se quedaba en casa con Kuki y Misi. 
Y es que era la primera vez que veríamos el mar y estábamos todos eufóricos de la emoción.
Llegamos al hotel a media tarde, con el sofocante sol del mes de agosto y sin más aire que el que nos había entrado por las ventanillas del cochecino, abarrotado como iba.
Entramos en recepción y respiramos aliviados; nos sentamos al lado del ventilador a tomar aliento mientras mi padre hablaba con la chica del mostrador. 


- Habitación 496, en la cuarta planta. Lo siento familia, el ascensor está averiado, pero no se preocupen, hemos llamado al servicio técnico y nos han dicho que para mañana estará arreglado.


- ¡Ea Matilde, vamos para arriba con la cuadrilla que si llego con hora verás que siesta me espera!


¡Que tiempos aquellos..., nada se nos ponía por delante para disfrutar de las vacaciones a todo tren!


Mariajosé E. M.

Imagen de la red.

CALENTONES...



Miré el calendario que colgaba de la puerta de la cocina, y me di cuenta que solo faltaban tres días para que todo cambiara por fin.
Yo me había puesto gorda como una nutria, fea, pesada y torpona, cada día más. Los pechos no me cabían dentro de ninguna camisa de las de mi armario, la ropa de estos últimos meses estaba hecha una piltrafa y me sentía la mujer menos sexy del mundo. Frente al espejo, desnuda, ni siquiera me reconocía. ¿Volvería algún día a ser de nuevo yo?

Manolo se había empeñado en que saliéramos con Rosy y Tomás esa noche y yo ya había agotado todas las escusas lógicas posibles para convencerlo de que no quería ir a ningún sitio. Llevábamos meses sin salir con amigos, nos quedábamos en casa viendo pelis y poniéndonos finos de pizza cuatro quesos, ¡es lo que tienen los antojos! Y lo mejor de todo; coma o no coma, me pondré como una foca, así que cada fin de semana era como un deja vu del anterior.

Total, que entre los tres, habían decidido que iríamos a una fiesta de disfraces, con bufé libre y karaoke, y se habían encargado de comprar los trajes para todos. Mis pies estaban hinchados como botes, como para andar danzando toda la noche hecha un mamarracho, y tan solo con pensarlo me daban arcadas. Me compraron un disfraz de ballena, muy acorde a mi situación e hicieron chistecitos a mi costa, ¡hijos de la gran puta...! 
Rosy iría de Lady Gaga, toda glamourosa, o eso pensaba la petarda de ella y Tomás de torero, marcando paquetón de grana y oro. 
Manolo se vistió de guardia civil, decía que a la vuelta me haría la prueba del alcohol, ¡no se lo creía ni borracho! 
¡¿Quién me mandaría a mi a quedarme preñada?! Esto no ha hecho nada más que empezar y ya está tomando tintes muy dramáticos... 
¡Malditos calentones, maldito sexo desenfrenado y malditos condones de los chinos!

Mariajosé E. M.

SECRETO...



Un secreto me atormenta...
¡Clamo al cielo!
Lloro y me armo de paciencia.

Tu recuerdo me tortura,
y un temblor me recorre por momentos,
anhelando tus manos en mi cintura.
¡Que locura!
Una lluvia fina me cala hasta los huesos,
desatando con pasión
esa tormenta de besos inundada.
Soy y seré siempre tu amada,
no te marches de mi lado,
no me dejes,
contigo esperaré la madrugada,
vestida de ternura,
los dos piel sobre piel
alma con alma.


Mariajosé E. M.

Imagen de la red.

domingo, 18 de febrero de 2018

TUYA...



Soy por entero tuya
sueño de luna clara,
amanecer de raso,
piel porcelana.

Me miro en el espejo
de tus pupilas,
se ilumina mi vida
si veo tu cara.

Eres mi pensamiento
de noche y día,
la causa de mis males
y mi alegría.

Quiero tenerte cerca
a todas horas
para sentir tus besos
siempre en mi boca.

Mariajosé E. M.

SURCOS...



De surcos...
Mi corazón tengo lleno
de largos surcos,
manantiales de pena,
dolor profundo.
De olvido...
Voy sembrando mis surcos
solo de olvido,
de indiferencia,
de orgullo,
y algún suspiro.

Mariajosé E. M.

PASADO...



Recuerdos latentes tus miradas,
puñales aferrados al olvido.
Tus palabras empolvadas de silencio
se han dormido.
Tortura continua tu presencia
revestida de absurdo y de vacío.
Tu pasado,
quedó atrás,
cosido al mío.

Mariajosé E. M.

QUIERO...


Quiero comprar la noche
para vestirme de negro.
Quiero bañarme en tus lágrimas
y secarme con tus besos.
Quiero mirarme en tus ojos
y respirar de tu aliento.
Quiero surcar paso a paso
la playa de tus deseos,
y ser parte de tu piel,
y ser los dos solo un cuerpo.

Mariajosé E. M.